Menstrualidades
Antes del asombro del agua
cristal disperso del mismo ciclo.
Baja desde entonces lluvia de diluvio
gota mensual del incendio que evoca
la primera humedad.
Fugaz
Así te me eres
breve desatino.
Así te me descalzas y huyes
afán aún no completo.
Así queda inaugurado
tu vital itinerario
ala pasajera
vuelo a que no acceden
mis pupilas.
Alasita
Me importa un bledo regresar o no de enero
con el enano empapado creciendo a palos.
Basta de promover tubérculos en el granizo
ni café yendo
ni queso viniendo
son ya demasiadas volteretas a medio toldo.
Mejor nomás acudir a la muerte amarilla
de mi última abuela
dar una vuelta de canto a la buena fe
con que sostengo este choclo
y subirme de un brinco a tu espalda
para oírte decir que sigues viva.
Los gemelos
Se levantan y caminan la niebla de inicio
en el silencio en que la lluvia
ha dejado de ser el único lenguaje
asignado a los mortales.
El agua los mira pasar
desde una sombra de regreso
en que se descubren
los gemelos.
(…)
Orea tu cintura pez fugaz.
Recorre un instante de piedras
hasta asumir el nombre de los cerros
como un diálogo de juncos
que el lago inicia con tus ojos
en el laberinto de la cordillera
donde comienzas.
(…)
Devuelvo en relato la tierra uniforme
del cerro que te cubre desde antes.
Ni arcos ni columnas
felino
sólo una piedra de regreso
en el triángulo de tu edad.
Cuerpos del cuerpo
(…)
Corriente turbulenta entre el agua dispersa
y el aire de la espuma.
En el cuerpo sereno
la respiración y el ánimo recuerdan
los sitios en que solicitamos la música
el sol simple
la exhibición de los deseos y las circulaciones abyectas.
Los cuerpos fueron entonces
la respiración de la muerte
la luz esquiva de todos los instintos
los complejos
las razones de las partes inferiores y superiores
del cuerpo.
El cuerpo fue nuestro centro
en la restauración del sexo tutelar
siempre incitando al despliegue y a la conmoción
en sus anversos y en sus reversos.
Ambos femenino y ambos masculino
como un espejo oblicuo
donde se golpearon torso y fluido
mecanismo reflejo del abdomen
y las eyaculaciones mutuas de cuerpos vulnerables
expuestos a las sensaciones últimas
de la impugnación de los hábitos y la rutina.
Fue allí
en los cuerpos
donde las ansias clandestinas despejaron su esfuerzo
en el agradecimiento descendente de los ruidos
con que nos tocamos en la soledad
de la oscuridad.
III
Un salmo de totora
una oración que nos nombra.
Son los presagios del gran abandono
del que no hay nada que obtener
salvo el olvido de uno mismo.
