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Alvaro Díez Astete
Vol. 2, No. 2, Invierno 2010-11 : Poesía

Magia

Junto al mar, bajo la lluvia, en el bosque
ella levantó el rostro y palpó su terror
-su cuerpo era devoción.

El aire se incendió entre las hojas
-la música extendía las alturas.

Unas voces de la brisa traían el día;
la noche se pobló de miradas del mar.

-El agua era un anillo en torno al fuego.

 

Nadie será un recuerdo

La luz seguirá siendo un relámpago errante
Y todo quedará ciego para siempre

Reales se alzarán los terrores del hijo del hombre
Y la carne se abrasará en el sueño

Los mundos se llenarán de imágenes imposibles
Y el silencio será infinito

Allí la noche entera ascenderá en su tiniebla
Y nadie será un recuerdo


50

Tu primer sentimiento de la muerte fue una súbita huida
de tu razón hacia ninguna parte, hasta quedar exhausto y
sin lágrimas, arrasada tu frente por un volcán del más allá,
y la ira doliente en tu mirada; y esa muerte que así sentiste
pertenecía a un escarabajo que nunca cerró los ojos.


El espejo

No hay un abra
donde llorar,
un cielo
a dónde ir
cuando la noche
sueña
el hielo
el acabamiento
y el día inerte
y tú
no estás
donde
el mundo
y ya sólo eres mi dolor
yendo
del espejo
a la soledad.


Lo extraño

Solo en la inmensa ciudad de nadie
mi cerebro se ha convertido en un ronco tambor
mis manos se han hecho tierra de la memoria:
sumergido en la alta marea
de las calles enloquecidas
donde mujeres nocturnas se entregan
al placer del extraño corazón
sin fin, ebrias de vicio, puras
sobre este piano.


63

Vean el desplazamiento de tinieblas en la cumbre: “Ya es
de día, vamos a cortar leña”, dice alguien saliendo de lo
oscuro. “Yo soy otro”, susurra el afiebrado entre golpe y
golpe del hacha, y al fin su voz se extravía en la soledad.

 

VIII

El encuentro

Y he aquí que el Cuerpo llega a su cuerpo, y el sol huye
vertiginoso hacia el fondo de la noche y la noche
huye por los espacios: ha llegado, está presente, ha venido:
su rostro está saliendo de la brisa…

 

V

El origen es inmediato:
La luz del cielo ante la muerte
En el silencio que reverbera;
El olor de la antigüedad
Y el aroma del aguardiente
Y el aire de los lirios
Desvelan la vida;
Luz del cielo abierto
En los ojos,
Cielo subiendo al abismo,
Y afuera
El callejón
Y el polvo de los senderos
Y los senderos del polvo.

Alvaro Díez Astete (La Paz, 1949). Ha publicado los poemarios Viejo vino, cielo errante (1981), Devoración –Novela poemática- (1983), Abismo (1988), Cuerpo presente (1989), Púrpura profunda (1993), Homo Demens (2001), Sonetos bizarros y otros poemas (2003) y Escritura poética elemental 1981 – 2003 (2003).

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