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Álex Chico
Vol. 2, No. 2, Invierno 2010-11 : Poesía

Primer momento

Lo más extraño del viaje
es no saber hacia dónde se regresa.

Acaso diría Walter Benjamín
que en esos lugares parece haber pasado todo
lo que aún nos espera.

 

Ciudad del hombre

me pregunto
por qué sé describir tan justamente
ese país en el que nunca he estado.

—Juan Antonio González Iglesias

Volvería a este lugar
si lo hubiese habitado.
Buscaría mi exacta conciencia,
recordando nuevamente mi rostro
en cada esquina.
Ocuparía el atardecer
para que la ciudad me retomara,
rescatándome desde la tierra,
si pudiera,
como a un hijo suyo.
Si perteneciera a este paisaje,
plegado entre los valles que la concentran,
la voz de algún pariente me reconocería,
y volvería a hablar conmigo.
Yo me sentiría un ser prolongado,
asumido entre su especie.

Pero nunca he habitado este lugar,
mi paso por aquí no es más que un espejismo.
No he construido esta tierra,
ni puedo ocupar –es imposible - el silencio que la nombra.
Las aguas que la circundan no me pertenecen
y las voces que creí escuchar de mis parientes
anuncian, en otra ciudad, el final de este viaje.

 

La ciudad

He vuelto.
Con todo mi cuerpo intento descifrar
cada uno de los avatares de estas esquinas.
El nombre de la ciudad
poco importa (sospecho que, tras la lectura
del poema, se acabará olvidando).
Sólo vine hasta aquí ara rehacer el mismo recorrido,
vigorizar por unas horas las habitaciones,
los pasajes de mi juventud envueltos en ámbitos repetidos.
De la plaza al puerto,
y desde el puerto a un hogar que, cada vez,
intuyo más lejos.

Mi situación en este lugar ya la explicó Albert Camus:
no poseo nada, no imagino nuevas voces para el reencuentro.
Una despedida me acaba acercando
hacia ese vínculo exacto, concreto,
estancado en las horas que vi pasar
en esta distancia perpetua.
Desde fuera, veo cómo participan en tertulias,
acólitos librescos que se agotan en la biblioteca, y no me reconocen.
Me detengo sobre el lomo de un libro de Leopardi,
o sobre algún manual de literatura contemporánea
en donde los nuevos nombres
recapacitan sobre la idea de regreso.
(«Ya llegué. He vuelto»)

Este pueblo
(o ciudad, según el último censo)
sólo me reserva un lugar en sus orillas,
no en su esencia.
Encontrarme de nuevo en sus calles
y pasear telúricamente, como un oriundo
más de la zona, es, lo admito, una ilusión
imposible.
La vida que para mí dejaron
en este territorio
continúa siendo un lugar de la memoria.

 

Último tranvía

No caminaré por tus sábanas,
como cuando alguien muere
cerca de sí mismo.
Prefiero pensar torpemente en el salitre,
angosto,
sitiado.

Sentir que te tuve,
aunque me mienta.

He decidido volver
sobre mis pasos para reconocerte.
Saber de nuevo el mismo camino.

Pero ya ves: es imposible la distancia.
Y ya no puedo cruzar las secuencias
que creí precisas durante tanto tiempo.

No podré amar las mismas calles,
ni reír tendidamente con amigos.
Nunca el instante me acercará de nuevo.

Decido olvidar,
y me cuesta, a lo sumo,
aceptarlo.

Hoy que te amé,
te he perdido.

 

Insistencias en Lyon

Sentado en un lugar
cercano a la vía,
recuerdo todo lo que pasó en esta ciudad.
Observo, desde el andén,
los últimos volúmenes de luz
que, sin esfuerzo, se proyectan muy a lo lejos.
Los viajeros encuentran una nueva demora
buscando esa vereda que les preceda
y se empeñe en ser definitiva.
Aquí, en la estación, espero
el regreso.
Aujourd´hui,
c´est moi, longtemps.
Doucement.

(de La tristeza del eco, Editora Regional de Extremadura, 2008)

 

Instante

Ciertos lugares conservan el paso
de los que se detienen, y deciden –al cabo –
observar lo que les rodea.
Sin más interés que el de permanecer allí
por algún tiempo.
Esos territorios en donde el instante
pretende ser perpetuo,
cercados en un bosque
con una explanada verdosa en su centro.
En esos lugares se aprende a decir: lo desconozco.
De ahí su condición inabarcable: siempre quedarán
sujetos a una duda.
Un espacio –un lugar – que acaba por no saberse
si existió, y logrará subsistir en la distancia.
Donde no ha ocurrido nada y sin embargo
se logra no haber sido nunca.

 

El lugar de la casa
(leyendo a Eugénio de Andrade)

Bordeas la casa
y sientes cómo te pertenece,
como si cada paso por el jardín
que la rodea fuera una nueva estancia.
Las habitaciones recuperan su fulgor
al observarlas desde lejos,
bien entrado en el camino.
Y escribes, entonces, un poema,
poco antes de partir y abandonarla.

Con la esperanza de encontrar un verso,
una palabra,
que advierta a otros viajeros: seré, por fin,
lo que he olvidado.

 

Urquinaona, 1980

Qué quedará de mí
en este lugar,
cuando apenas se sujeten
los últimos bancos del parque.
Me miro ahora a lo lejos
y reconozco a un ser solitario,
rodeado de los pocos árboles
que delimitan esta plaza.
Qué quedará de mí
y qué quedará de estas formas inciertas
que acompañan al viajero -en su estancia siempre breve.
¿Seguirán aquí,
tiempo después?
Cuando la luz sea trasparente
y esta sombra de mayo
se convierta en la ruina que ahora soy.

(de Dimensión de la frontera, inédito)

Álex Chico (Plasencia, 1980). Licenciado en filología hispánica por la Universidad de Salamanca, obtuvo el Diploma de Estudios Avanzados de literatura en la Universidad de Granada, con un estudio sobre la relación entre el cine y la literatura en el primer tercio del siglo XX. Actualmente prepara una tesis sobre la obra de José Antonio Gabriel y Galán para la Universidad de Barcelona. Es profesor de lengua y literatura en un instituto de El Prat (Barcelona). Ha publicado el poemario La tristeza del eco (Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2008) y las plaquettes Escritura (colección 3x3, Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2010), Nuevo alzado de la ruina (Vebo Blues Ediciones, Salamanca, 2005) y Las esquinas del mar (Vitolas del Anaïs, Granada, 2004). Ha ejercido la crítica literaria en diversos medios (Ínsula, Trazos, Imprescindibles de RTVE, Falsirena, Calidoscopio, Revista de Letras, La prensa de Zamora, El Adelanto, entre otros) y publicado sus poemas en diferentes revistas y editoriales (Papers de Versàlia, Barcelona Review, Paralelo Sur, Letra Clara, Contra Tiempo, Papel Salmón, La plaza humana, Nadadora). Fue antologado en el libro Poesía en La Tertulia, Vitola de vitolas (Cuadernos del Vigía, Granada, 2003), en Brindis 00 (Homenaje a Javier Egea) (Vitolas del Anaïs, Granada, 2009), en el catálogo de la exposición Paisatges estranyats (Universitat de Barcelona, abril de 2010) y en Escarcha y Fuego (Diputación de Badajoz, 2010). Codirige, junto con Sergio Sastre, la revista de humanidades Kafka, así como la programación literaria de La Cigale de Barcelona.

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