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Carlos Trujillo
Vol. 2, No. 2, Invierno 2010-11 : Ensayo

La literatura o la vida:
Cómo hemos llegado a esto
de Víctor Martín Iglesias

Recorrer poemas como quien fuma
primeros cigarrillos a la sombra
de los billares.
(“Salida”, Víctor Martín Iglesias)

Nos reúne una ocasión privilegiada. Privilegiada y única para Víctor Martín Iglesias, privilegiada para los asistentes a este lanzamiento, en Bartley 1001, aquí en de Villanova University, y más privilegiada aún para mí, que he querido hilvanar unas palabras de presentación para Cómo hemos llegado a esto, primer poemario individual de este joven y talentoso poeta.

Hace poco más de un año conocí a Víctor como estudiante de nuestro programa de post-grado y muy pronto empecé a conocerlo más y mejor en su condición de miembro del Taller Literario Pinzón 9, que funciona semanalmente en la sala de conferencias del Departamento de Lenguas y Literaturas Romances de esta universidad. Apenas llegado al taller, Víctor nos explicó que antes escribía poesía, pero que había dejado de hacerlo haría cosa de dos años. Lo escuché como se escucha al viento y recordé algo que me dijo un amigo en otro taller, hace treinta y cinco años: “La poesía es como los resfriados. Va y viene, pero siempre anda por allí.” Y como dicha sentencia me parece completamente válida, ahora mismo estamos celebrando el lanzamiento de un precioso libro de este joven poeta que había abandonado la escritura tres años atrás.

Creo no arriesgar nada al afirmar que aunque se trata del primer libro de un poeta todavía bastante joven, no estamos frente a un libro apresurado ni primerizo, puesto que estos poemas que, han sido leídos y releídos una y otra vez por su autor, desde la primera lectura revelan un fresquísimo y permanente trato con la literatura escrita en español y en otras lenguas; un conocimiento de medio mundo gracias a sus andanzas por varios continentes, y una enorme desfachatez para tratar con los temas de la literatura y de la propia vida personal.

El hecho que Cómo hemos llegado a esto no sea una frase rebuscada ni creada a propósito para servir de título a su libro sino una frase del lenguaje coloquial, nos adelanta, en cierta medida, hacia dónde apuntarán los poemas así como también el tono del poemario. La pregunta o frase exclamativa “cómo hemos llegado a esto” supone el deseo de preguntar y preguntarse por las razones que tienen al poeta y, tal vez, al mundo, en una situación indeseada, o quizás una amonestación de una persona a otra por haber llevado las cosas a dicho estado. Por lo tanto, desde el mismo título el lector encuentra ciertas claves para intuir que en las páginas siguientes habrá de encontrarse con poemas de tono irónico, satírico y, si se quiere, hasta algo descarado.

El libro se abre con una cita en inglés tomada de una entrevista hecha por Jason Weiss a Julio Cortázar y publicada en The Art of Fiction, Nº 83, Issue 93, Fall 1984 (The Paris Review). Weiss dice: “You have said at various times that, for you, literature is like a game. In what ways?” A lo que Cortázar responde: “For me, literature is a form of play. But I’ve always added that there are two forms of play: football, for example, which is basically a game, and then games that are very profound and serious. It’s important . It’s just as serious for them now as love will be ten years from now.” Cortázar recuerda que cuando era niño sus padres le ordenaban que se bañara porque había jugado demasiado. Pero dicho razonamiento de los adultos le parecía completamente idiota porque para él, para el niño que era entonces, bañarse era una soberana tontería mientras que jugar con sus amigos era algo tremendamente serio. Y termina diciendo “Literature is like that –it’s a game, but it’s a game one can put one’s life into. One can do everything for that game.”

Esta cita, tal como los epígrafes usados por el propio Cortázar en sus espléndidos cuentos, anticipa la idea central del poemario de Víctor Martín Iglesias: La literatura, así como la vida, es un juego sumamente serio en el que literalmente dejamos la vida. De modo que antes siquiera de encontrarnos con el primer poema del volumen ya sabemos que los poemas que lo componen quieren presumir de juego y que, como comprobaremos de inmediato, este joven poeta, con toda la seriedad del mundo puesta en la tarea, lo consigue en gran forma a partir del diálogo que se entabla entre la respuesta de Cortázar, el título de la primera sección y el primer y único poema que la compone.

La literatura es tan seria como un juego de niños, tan seria como el amor o como la vida, “un juego en el que uno pone la vida entera” y no hay más posibilidad que ésa. Epígrafe, título de la sección y primer poema se nutren y complementan recíprocamente. Incluso la cita en inglés que corresponde a una entrevista a este universalísimo escritor argentino que siempre escribió en español, y que el poeta encontró casualmente así, resulta afortunada, pues se transforma en parte del juego, del goce del juego, de la trampa, del prodigio de descubrir algo nuevo e inesperado debajo de cada piedra o, si se quiere, de cada signo lingüístico. A la cita en inglés, sigue la primera sección que sirve esencialmente como introducción al volumen, y cuyo título es SMS. Tan juguetón me resultó este título que debí preguntar su significado al propio autor. Tenía la seguridad de que no era Su Majestad Serenísima, pero con un libro-juego uno nunca sabe. El poeta me aclaró la duda: “SMS significa técnicamente ¨Short Message Service¨. La verdad es que no había pensado en los lectores no españoles :-) aunque en España lo habitual es decir ¨mensaje¨ porque todo el mundo lo entiende por el contexto. Si la sección se titulara ¨Mensaje¨ podría significar muchas cosas. Al poner SMS, todo el mundo lo entiende como mensaje de móvil, mensaje corto; para un lector español no supone ningún problema ni siquiera juego de palabras ni nada.” De modo que gracias a la importante y necesaria explicación de Martín Iglesias, aclaramos un misterio, que sólo es misterio para los no españoles, y al mismo tiempo develamos su conexión con la cita del autor argentino. Igualmente, descubrimos el sentido lúdico de la misma, y aunque, según lo informado por el poeta, ni siquiera pensó en eso porque se trata de una expresión usada diariamente en España, no sé si habrá pensado que se trata de una sigla en inglés, es decir, en la misma lengua de la entrevista citada, pero que se entiende en España como si fuera una palabra más del español. Con tales antecedentes podemos pasar a la lectura del poema “El juego” sin temor a salir descalabrados.

EL JUEGO

Ahora que convierto la azotea
en esta fina línea que me deja
a un paso de la muerte y la acera
y el pulso se me queda
suspendido en la garganta, casi a punto
de rozar el cielo con la boca,
me surgen las preguntas, supongo,
típicas de estos casos.

El corazón se acelera y toca
hasta el último resquicio de mi cuerpo.
La sangre, que se sabe muerta
pero que aún bombea,
pronto tendrá por venas los adoquines.

Quizás el suicidio,
sea una forma de morir cobarde,
pero tiene tanto glamour…

“El juego”, poema fundamental en la propuesta poética de Víctor Martín Iglesias, nos presenta una inmediata alteración de la imagen del juego como diversión y entretenimiento. El poema no describe un juego de niños ni sirve de vehículo a la alegría de tal actividad sino que describe algo tremendamente serio, la tragedia en que se encuentra un joven literalmente jugándose la vida. El yo poético, o si lo preferimos, el poeta-personaje, de esta arte poética se encuentra sobre una azotea –“en esta fina línea que me deja/ a un paso de la muerte…”-- desde la que no se ha propuesto encantarse en la observación de sus alrededores sino que lanzarse al vacío ya sea para estrellarse contra el pavimento o contra la agria mirada de los posibles lectores y los críticos.

La ironía del poema y el tono extremadamente sarcástico de la estrofa final nos obligan a decidir si se trata de un suicidio real –el hombre lanzándose al encuentro de su muerte—o es metáfora del poeta, Víctor Martín Iglesias (o cualquier otro), lanzándose y lanzando su primer poemario a las manos y al veredicto de sus desconsiderados lectores. Yo opto por este segundo sentido puesto que el juego es juego, aunque sea juego en serio, y por lo mismo, suicidio, en el sentido que el poemario está ofreciendo a los lectores, es decir, al mundo, al otro, la oportunidad de adentrarse y develar ciertas íntimas claves que podrían desenmascarar por completo lo que siente, sueña, odia, ama y vive este ser construido, a la vez que ocultado por la palabra.

Sin embargo, no acaban allí el significado ni la importancia que tiene el poema “El juego” en el libro de Martín Iglesias. Este juego junto a la cita de Cortázar y el título de la sección, SMS, apuntan a que el libro entero es un juego en el que se encuentra atrapado el poeta-hablante-persona que enuncia el mensaje. Y ese juego no es otro que el de tener que decidir entre la vida o la literatura, como si no existiera ni la más mínima posibilidad de sobrevivir dedicado a ambas. Resultado de esa honda y dolorosa introspección son este poema, esta sección y todo el conjunto.

La segunda sección --o primera si consideramos SMS y el poema “El juego” como mera introducción-- titulada “Cosas que mi madre nunca supo” se inicia con el poema “Autorretrato” que sin mayor esfuerzo nos evoca otros poemas de nombre y/o tema idéntico o similar. Pensamos, por ejemplo, en Nicanor Parra, poeta chileno mencionado en este mismo poema y en otro más, como también en el hermoso “Retrato” de Antonio Machado, entre muchos otros. Diferencias con ellos hay muchas, entre las que no es la menor la edad del poeta al momento de escribir su poema. Sin embargo, el lenguaje narrativo y coloquial, además del tono marcadamente antipoético, lo acercan más al poeta chileno, aunque también se aparta de éste puesto que el presente “Autorretrato” no es un poema que intente romper con todo ni atentar contra todo lo establecido. Los veinte años del poeta, señalados en el primer verso, tal vez sean lo que ayuda a atenuar la desazón y el malestar que puede producir en el lector la obstinada indiferencia hacia ciertas cosas o la intrascendencia de otras, puesto que en el poema todavía queda lugar para el disfrute de ciertos goces como la música y los viajes --aunque en ello gaste todo su dinero--, así como el afecto y la gratitud hacia el padre que le enseñó “los rudimentos de la bicicleta” al mismo tiempo que la literatura.

Y tal vez, por encima de todo lo anterior, el amor por la literatura en sí, representado en la mención de los hispanoamericanos Cortázar, Bolaño, Piglia y Parra; los españoles Eugenio Fuentes, Víctor Peña (ambos amigos del poeta), y Gonzalo Hidalgo, y junto a este puñado de nombres queridos, la mención de Latinoamérica, la zona de este continente en que se hablan el español y otras lenguas romances. De modo que el verso final, “Como ven, cumplo bastante bien la media”, más que desacralizar al yo poético y sus propios gustos e intereses, resulta ser una exaltación de sus seres queridos (padre, amigos, escritores), sus gustos, su lecturas y su amor por conocer y recorrer el mundo.

Así seguimos nuestra caminata o carrera por los poemas y por el libro entero entre enmascaramiento y desenmascaramiento. Y en ese movernos entre ironía e ironía, vamos descubriendo a un ser que se muestra enterado de la condición política de su país de origen (“Nací, ya lo sabéis, en democracia”), que no ha debido sufrir grandes quejas ni dolores (“Lo poco que sé de las heridas/ venía en los libros de historia”), que es un iconoclasta, desmitificador de todo (“Le perdí el respeto a casi todo/ pero sobre todo a los horizontes”), y que bajo esa apariencia y actitud de niño malcriado y rezongón se esconde un soñador que no acepta siquiera imaginar que sus deseos no lleguen a cumplirse puesto que “La mayoría de mis sueños/…/ son perfectamente factibles” como afirma el poema “Mi primer beso” en el que la única referencia a un beso o al amor la encontramos en el verso final del poema.

Poeta para leer y releer, poeta para disfrutar o temer, dada su afirmación de que “A los que creyeron en mi talento/…/ los dejé como acostumbro en la estacada”, pero, esencialmente, poeta que a mi parecer no se ha lanzado al vacío completamente desnudo ni sus poemas desaparecerán tan pronto como la sangre sobre los adoquines después de un vibrante chorro de agua, sino que poeta que ha entrado con paso seguro en el azaroso mundo de la palabra escrita; poeta para celebrar y bautizar plenos de esperanza en el lanzamiento de éste, su primer libro, a pesar de que “el suicidio,/ sea una forma de morir…/ con tanto glamour”.

Carlos Trujillo, Ph.D.
Villanova University

Carlos Trujillo recibió el título de Profesor de Estado en Castellano por la Universidad de Chile, y posteriormente el doctorado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Pensilvania. Fundador y director del Taller Literario “Aumen” que generó un gran movimiento poético y artístico en el Sur de Chile en las décadas de 1970 y 1980. Ha publicado más de una decena de libros entre los que se cuentan Escrito sobre un balancín, Los territorios, La hoja de papel, Palabras y Nada queda atrás. Sus poemas han sido recogidos en varias antologías. Entre las más recientes se cuentan Antología Poética Premio Pablo Neruda 1987-2005 (2006); Poesía Chilena Desclasificada 1973-1980 (2006); Poesía Chilena en el Siglo XX (2008) y  El árbol de los libres: poetas de la generación NN (2007). Ganador del Premio Pablo Neruda en 1991. Ha sido director del Programa de Post-Grado en Estudios Hispánicos de Villanova University. Actualmente, es director del taller literario Pinzon 9, el cual fundó en 1992, y de esta revista.

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