Inicio
¿Quiénes somos?
Contacto
Entregas
Calendario
Números
Librería

Aurora Camacho de Schmidt
Vol. 1, No. 1, Primavera 2009 : Ensayo

Hallar la luz: La inquieta poesía de Carlos Trujillo [1]

"Hallar la luz
sin más ojo que el ojo de la hondura
del alma" [2]

¿Cómo se presenta a alguien a quien nos gusta llamar "Poeta" a secas? ¿Cómo llamarlo "gran poeta" cuando lo vemos tan cerca, tan entrañable, tan a la mano, tan amigo o tan profesor, tan colega, tan de carne y hueso? ¿Cómo discutir una obra que es a la vez madura y está siempre en plena realización, sorprendiéndonos de continuo con nuevas tentativas de "hallar la luz"?

Conocí a Carlos Trujillo en 1993, en una reunión de NEMLA (North Eastern  Modern Languages Association) en que él estaba a cargo de moderar una mesa de trabajo y en la que yo me atreví a hablar de Huidobro y sus retorceduras del lenguaje. Desde entonces he sabido que el compromiso de Carlos con la poesía es diario, total y para siempre. Y que está afincado en la médula de sus huesos, donde todavía trae algo de sus islas de Chiloé, aunque la palabra sea su única casa.

Así, en los últimos diez años he ido leyendo hojitas sueltas que luego se vuelven libros, oyendo recitales, leyendo poemarios enteros, viendo al Poeta echar brincos de un desfiladero a otro con las palabras, hacerse preguntas y hacerle preguntas al mundo con su única arma bien templada, el poema.

Digo que le hace preguntas al mundo porque Carlos Trujillo es ciudadano planetario, y a veces habla urgentemente por la especie humana. Pero su mundo y su tiempo consisten en un eje Pennsylvania-Chiloé, con acento en la última sílaba porque allá empuja la gravedad, allá está la raíz. Sin embargo ese eje es cronotópico. Basta ver el volumen que hoy nos ocupa, Nada queda atrás, para entender que ese otro lugar es también otro tiempo, [3] un ayer constantemente rescatado y reelaborado por la memoria. Chiloé pudiera representar una pérdida neta, un vacío imposible de llenar, pero no es así. En muchas ocasiones la memoria recrea la experiencia infantil con alegría mucho más que nostalgia, como cuando al mirar una calle llena de niños en Oaxaca le parece "gemela de mi país de nacimiento". [4]

El poeta de Chiloé y Havertown nació en 1950, en la ciudad de Castro, isla de Chiloé. Nos aclara que no era un hijo del mar a pesar de vivir en el archipiélago, sino del interior, donde se vivía la vida del pueblo y la de los campesinos que iban y venían. Ahí el joven Carlos, con Renato Cárdenas, iniciaría en 1974 el taller de creación Aumen, que iba a nutrir una poesía vigorosa en Chiloé hasta el año de 1989. En Aumen se iniciaron autores que ya son poetas reconocidos en todo el país y fuera de él, como Sergio Mansilla, que ha presentado su obra en este mismo lugar. Ha dicho Carlos que lo que más echa de menos de su mundo chileno son las conversaciones con sus amigos del taller, las tardes y noches entre esos amigos preocupados por una poesía que desdijera el tiempo maligno por el que atravesaba Chile en esos años. Mansilla mismo nota que en uno de sus primeros poemarios el poeta divide el tiempo—antes y después del golpe militar de 1973—proponiendo una poesía para exorcizar la esterilidad de la dictadura. [5]

Entre los libros de Carlos Trujillo están Las musas desvaídas, de 1977; Escrito sobre un balancín, de 1979; Los territorios, 1982; Los que no vemos debajo del agua, 1986; Mis límites. Antología de poesía (1974-1983), 1992; La hoja de papel, 1992; Todo es prólogo, 2000; y Palabras, 2005. Además está la colección escrita en otra "persona", No se engañe nadie, no. Antología de sonetos y otros poemas de Lope sin Pega, 1999. En 1991 Carlos fue galardonado con el Premio Pablo Neruda, el máximo reconocimiento a un poeta de su país. Su obra ha sido antologada y traducida a varios idiomas; el número de sus críticos va creciendo, así como los libros y artículos sobre su obra.

Para alguien que ha leído la poesía de Carlos Trujillo sin un afán académico—nunca supe que tendría el honor de presentarlo hoy ante ustedes—son visibles algunos rasgos. Y debo confesar que conozco mejor la poesía publicada desde La hoja de papel en adelante. Esta poesía reflexiona constantemente sobre el acto de nombrar, el acto de hacerse a sí misma, desde sus dimensiones físicas—la hoja de papel—hasta sus búsquedas desaforadas de significado, sus "hallazgos de luz". Iván Carrasco llama a esta postura "metapoética" y la reconoce desde los libros fundadores. Yo la encuentro a la vez sencilla y profunda, subrayando constantemente el atrevimiento de poner letras sobre la inmensidad vacía de la página. Así, dice en "Retrato":

Cada hoja
Hace su propio espacio en el manzano
Cada palabra
Crea el aire más apropiado a su respiro
Cada rayo de luz
Saca de su escondrijo sus rosas transparentes
Yo
Siempre mudo
Y sordo
Y simple
Y ciego
Frente al papel en blanco [6]

El lenguaje casi cobra autonomía, levantándose de la mano escribiente del poeta para nombrar y respirar, para alumbrar y sacar de los escondrijos. Pero ahí está él, todavía consciente de "sus límites" frente al espacio de la escritura, testigo poco capaz. No es de extrañarse que diga también "Se escribe solo el poema". [7]

En esta colección, como en Hijos, plaqueta no publicada aún, los lectores presencian una honestidad no sólo poética, sino moral. El quehacer de la poesía se trasladó muy temprano en Carlos Trujillo al quehacer de actuar en un mundo injusto. El mismo les dijo a sus entrevistadores en 1983:

...el poeta debe ser un hombre honesto y esa honestidad debe reflejarse en todos sus actos. Creo que el poeta debe ser un cronista de la realidad, lo que no significa que deba limitarse solamente a escribir lo que sucede. Hay una crónica espiritual, sentimental, intuitiva. El poeta debe ser un testigo participante, que no debe agachar nunca la cabeza. [8]

La honestidad es también para Carlos Trujillo una manera de existir en comunidad, una exigencia de compañerismo. "Hombre comunitario" lo ha llamado su maestro, Peter Earle. [9] Carlos habla de las mingas, momentos en que la comunidad chilota se reunía para hacer entre todos una tarea que exigía esfuerzo especial, como desmontar un campo. "Casi no había un campo limpio en mis infancias", de Nada queda atrás, es un bellísimo ejemplo de esas memorias:

Había que invitar a los vecinos a las mingas de destronque,
A las mingas de sembradura,
A las mingas de cosecha
Y me parece que hasta juntos hacíamos nuestras mingas de sueños
Todo en conjunto. Todo en familia
como debía ser la vida en mi tierra chilota
Cuando los  frutos del trabajo comunitario
Eran la alegría y los colores de la existencia. [10]

En otra parte ha dicho:

Aunque no debe olvidarse en este punto la experiencia de las mingas en compañía de mi padre, esa forma de trabajo colectivo en que todo el mundo se esforzaba en dar lo mejor de sí con la alegría que producen los afectos y la solidaridad, sin esperar nada a cambio. Por allí podría empezar a encontrársele una explicación a la poesía de este chilote que escribe con una voz que es suya y es de todos, aunque a veces hasta el mismo desaparezca de su propia palabra y parezca ser nadie. [11]

Los nombres locales de Chiloé tienen para mí una resonancia tal que pronunciarlos me llena la boca: Butalcura, Puntra, Tantauco, Nercón, Llaullau, Tentén, Putemún. Ellos también alimentaron la poesía de Carlos. Aunque ésta puede leerse en todo el orbe en donde el español sea moneda de cambio, y aunque no contenga localismos ni aspectos folklóricos, tiene el sabor de un lenguaje hablado por una comunidad que sabe contar  cuentos, que celebra la amistad y la familia con la palabra.

Sin embargo, Carlos tiene otra voz muy distinta de ésa que hasta ahora he comentado, la de su doble Lope Sin Pega, el Fénix de los Cesantes. Lope es autor de la sátira más despiadada contra la dictadura, amena y brillante al ser trasladada con ventroloquía a la dicción de ese otro Lope y su dorado siglo. La picardía y la gracia de los sonetos y otras clásicas rimas nos recuerdan que Carlos es un asombroso payador, capaz de improvisar décimas por horas.

La poesía seria de Carlos contiene una desgarradura. Dice Jaime Giordano que "Su poesía no puede ser habitada. No ofrece refugio al lector. Estamos invitados a la intemperie, a un estado miserable, a una "olla vacía", a sueños que ya no se tienen..." [12] No creo que proponga una angustia existencial; subraya más bien una eterna sed, y una mirada poética que al sentir amor por el mundo, tiene que sentir también dolor.

El dolor es un ingrediente vivo y entrañable de Nada queda atrás. Cuando el poeta descubre ese Chiloé del pasado que capturó la cámara de Milton Rogovin no puede dejar de ser testigo de la precariedad de la vida, pero tampoco puede dejar de afirmar lo que García Márquez llamó "la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte". [13] El dolor se convierte en compasión solidaria, en humanidad. Ahí donde hay una mujer anciana con más remiendos que tela en su ropa, hay también un huso y un modo de hilar hilo nuevo con la lana de las ovejas. El poeta se mete adentro de ella y habla con su voz: "¿Qué sería de mí sin esta música/ Que en su danza sin fin/ Hace volar el alma y la mantiene quieta?" [14]

Quiero terminar, antes de que oigamos los poemas de Nada queda atrás, con unas reflexiones sobre el parentesco entre fotografía y poesía y su acercamiento casto o promiscuo, según se vea.

Dice Elena Poniatowska en la introducción a un libro fascinante de fotografías de la Ciudad de México, México sin retoque:

... la fotografía surge de la nada, de lo negro, del negativo, y uno se queda temeroso al borde del precipicio porque bien puede ser una radiografía del alma. [15]

Cuantimás cuando la fotografía invita a un poema a danzar con ella, a asegurarse que las palabras también inviten a que se revele el alma. Leer Nada queda atrás fue para mí una experiencia intoxicante. Supe que estaba atestiguando algo que sucede en el resquicio entre poema y fotografía, la alusión a una realidad que ya no es, desde el momento en que se cerró el obturador de la cámara de Rogovin, pero que ha sido invitada a revivir con un ejercicio atestiguante de la memoria. Esta tarea es enormemente difícil. Además no es ociosa, sino que cumple una importante tarea comunitaria, una minga. El crítico inglés John Berger, que ha teorizado las funciones de la cámara en la sociedad, advierte el poder de placas como las que nos muestra Nada queda atrás:

La tarea alternativa de la fotografía es incorporarla a la memoria social y política, en lugar de usarla como un substituto de esa memoria, que acabe atrofiándola. [16]

Entre un uso de la fotografía y el otro, media el poeta. Estos poemas incorporan la visión de Rogovin a la memoria sociopolítica de los chilenos y de todos nosotros.        

Roberto Coles, el psiquiatra de Harvard conocido por su trabajo sobre los niños de las sociedades en crisis, fundó en 1995 la revista Double Take, dedicada a explorar la relación entre fotografía y texto en el trabajo que él llama documental y testimonial. Dice Coles, refiriéndose al trabajo de dos artistas, uno fotógrafo y el otro escritor, a quienes con entusiasmo llama "poetas":

...son dos poetas que revolotean sobre dos espacios distintos...dándonos la ternura tan sentida que informa su atención a lo que es, a lo que sucede—es trabajo documental y es amor, expresado en palabras e imágenes, un amor que existe para pasárselo a otros. [17]

Coles parece estar hablando de Nada queda atrás, un libro lleno de amor. Nada queda atrás: danza entre dos testigos generosos; palabra frente al silencio; luz frente al olvido; diálogo entre fotógrafo y poeta que de un entonces y un allá nos regresa a un presente y a las más presentes de las presencias.

Carlos: Que el cántaro vuelva al agua. Que vaya la palabra y regrese, "sin quebrarse nunca". [18]

Con ustedes Carlos Trujillo, Poeta.

 

Notas           

[1] Milton Rogovin, fotografías y Carlos Trujillo, poemas. Nada queda atrás. Chiloé: Ediciones del Museo de Arte Moderno, 2008).

[2] Carlos Trujillo, "Poemas viejos 1". Palabras (Lima: Alberto Chiri Editor, 2005), 77.

[3] Carlos Trujillo, "Chiloé vivido desde la extranjería". En respuesta a Sergio Mansilla. Manuscrito no publicado. Havertown, Pennsylvania, 2004.

[4] Ibid. 17.

[5] Sergio Mansilla, "Carlos Trujillo, el sueño de otra historia", Por el territorio de los límites: propuesta de lectura de una cierta zona de la poesía chilena. Aproximaciones a la poesía de Carlos Trujillo. Jorge Torres, editor. (Valdivia, Chile: Ediciones Barba de Palo, 1996), 37-39.

[6] Palabras, 62.

[7] Palabras, 22.

[8] Entrevista con Guido Eytel y Elicura Chihuailaf, Poesía diaria 1:12, citado por Iván Carrasco, Op. Cit., 60.

[9] "Los límites y territorios de Carlos Trujillo" en Por el territorio de los límites: propuesta de lectura de una cierta zona de la poesía chilena. Aproximaciones a la poesía de Carlos Trujillo. Jorge Torres, editor. (Valdivia, Chile: Ediciones Barba de Palo, 1996), 104.

[10] Nada queda atrás, 32.

[11] Carlos Trujillo, "Chiloé vivido desde la extranjería", 10.

[12] Jaime Giordano. "Carlos Trujillo, poeta que vive debajo del agua. Sergio Mansilla, "Carlos Trujillo, el sueno de otra historia", Por el territorio de los límites: propuesta de lectura de una cierta zona de la poesía chilena. Aproximaciones a la poesía de Carlos Trujillo. Jorge Torres, editor. (Valdivia, Chile: Ediciones Barba de Palo, 1996), 37-39.

[13] "La soledad de América Latina". Discurso de aceptación del Premio Nóbel, 1982.

[14] Nada queda atrás, 163.

[15] Elena Poniatowska, "Presentación". Héctor García, México sin retoque. México: UNAM,1987.

[16] "The task of an alternative use of photography is to incorporate photography into social and political memory, instead of using it as a substitute which encourages the athrophy of any such memory." John Berger,  About Looking (New York: Pantheon, 1980), 58. Mi traducción.

[17] ...these are two poets hovering over two landscapes...and giving us the heartfelt tenderness that informs an attention to what is, what happens— documentary work as a kind of love that becomes expressed in those words, those pictures, a kind of love that is handed over, thereby, to others. Robert Coles, Doing Documentary Work (Oxford / New York: Oxford University Press, 1997), 268. Mi traducción.

[18] Paráfrasis y cita de "Van la fotografía a la palabra", el poema inaugural de Nada queda atrás, 13.

Aurora Camacho de Schmidt estudió en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México. Completó el grado de Magister y Doctorado en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Temple. Antes de llegar a Swarthmore College, Aurora dirigió el programa de frontera México-US del comité de servicio de amigos americanos, y estuvo involucrada como analista político en las relaciones México-US, fue defensora de los derechos de los inmigrantes, y escritora. Su investigación y enseñanza se centra en la forma en que libertad y el rigor de la imaginación literaria personifica la lucha de la población marginal en las Américas. Sus dos artículos más recientes exploran las conexiones entre imágenes pictóricas y fotográficas y la palabra escrita, incluyendo la poesía.

Junto a su esposo, historiador de la Universidad de Temple, Arthur Schmidt, Aurora tradujo y editó Elena Poniatowska's Nothing, Nobody: the Voices of the Mexican Earthquake (1995), y Alberto Ulloa Bornemann's Surviving Mexico's Dirty War (2007). Actualmente, se encuentra trabajando sobre el rol femenino de las sirvientas en las novelas mexicanas contemporáneas escritas por mujeres.

Todos los textos y contenidos copyright © 2009, Naufragios o autores nombrados
Archivos de NAUFRAGIOS
Archivos de POESIA de Naufragios
Archivos de CUENTO de Naufragios
Archivos de ENSAYO de Naufragios
Archivos de ENTREVISTAS de Naufragios
Archivos de ARTE VISUAL de Naufragios