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LA CHINA PIERDE SU LUCHA CONTRA EL AVANCE DE LOS DESIERTOS
Lester R. Brown :: 5 agosto 2003

China está en condiciones de guerra. No son ejércitos extranjeros que reclaman su territorio, sino desiertos. Los desiertos antiguos ahora avanzan, mientras nuevos desiertos se forman, como fuerzas guerrilleras atacando inesperadamente, forzando Beijing a luchar en varias frentes a la vez. Y lo peor, la velocidad de los desiertos crecientes se aumenta, haciendo que ocupen un trozo cada vez más grande del territorio chino.

La expansión de los desiertos ha acelerado con cada década después de 1950. La Agencia de Protección del Medio Ambiente de China informa que el Desierto Gobi se expandió por 52.400 kilómetros cuadrados (20.240 millas cuadradas) entre 1994 y 1999, la mitad del área de Pennsylvania. Con el frente donde avanza el Gobi dentro de 150 millas de Beijing, los líderes políticos chinos ahora comprenden lo grave de la situación.

El cultivo y el pastoreo excesivos ahora se juntan para crear una zona polvorienta de extensión histórica. Con la poca vegetación que persiste en partes del norte y del oeste de China, los vientos forzosos de finales de invierno y de la primavera entrante podrían quitar literalmente millones de toneladas de tierra en un solo día-suelo que necesita siglos para restablecerse.

Para el mundo de afuera, las polvaredas enormes fijan la atención en los desiertos que ahora se forman en China. En el 12 de abril de 2002, por ejemplo, Corea del Sur se vio tragado por una polvareda inmensa que dejó a la población de Seoul literalmente jadeando para poder respirar. Se cerraron las escuelas, se cancelaron los vuelos comerciales, y se inundaron las clínicas con pacientes que tenían dificultades respiratorias. La venta al por menor se redujo. Los coreanos han aprendido a temer la llegada de lo que ahora llaman "la quinta estación"-las polvaredas de finales de invierno y de principios de primavera. Japón también sufre las polvaredas que surgen de la China. Aunque no padecen una abertura tan directa como los coreanos, los japoneses se quejan del polvo y de la lluvia morena que pinta sus parabrisas y sus ventanas.

Cada año, los habitantes de las ciudades del este de China, como Beijing y Tianjin, se defienden contra las polvaredas inminentes. Además de tener problemas con la respiración y el polvo que pica los ojos, la gente está siempre al labor de quitar el polvo de sus casas, de limpiar puertas y aceras del polvo y de la arena. Los agricultores y los pastores, cuyos ingresos se van con el viento, pagan un precio aún más alto.

Un informe de un oficial de la embajada estadounidense en mayo de 2001, tras una visita a la Prefectura de Xilingol en Mongolia Interior (Nei Monggol) reporta que aunque el 97 por ciento de la región se clasifica oficialmente como tierra de pasto, la tercera parte del terreno ahora parece ser desierto. El informe dice que la población de ganado de la prefectura subió de 2 millones en 1977 a 18 millones en 2000. Un científico chino haciendo investigaciones sobre el pasto en la prefectura dice que si la desertificación reciente sigue, Xilingol dejará de ser habitable dentro de 15 años.

Un informe más reciente de la embajada estadounidense, titulado "Almalgamación y adquisición del desierto (Desert Mergers and Acquisitions)" dice que unas imágenes tomadas desde un satélite muestran dos desiertos en el norte central de China que se expanden y que se juntarán para formar un solo desierto más grande que cubre parte de Mongolia Interior y de la provincia Gansu. Al oeste de la provincia de Xinjiang, dos desiertos aún más grandes-el Taklimakán y el Kumtag-también avanzan hacia una amalgamación. Las carreteras en esa zona se inundan frecuentemente bajo dunas de arena.

En la relación deteriorada entre la economía global y el ecosistema de la Tierra, China está en la frontera delantera. Una población de 1,3 mil millones de personas y una población de ganado de justo más de 400 millones, someten la tierra a una presión enorme. Inmensos rebaños de ovejas y de cabras en el noroeste están desnudando el terreno de su vegetación protectora, creando una zona polvorienta de una extensión sin precedente. El noroeste de China está al borde de un fracaso ecológico masivo.

Mientras el cultivo excesivo se corrige un poco por un programa de pagar a los agricultores para plantar árboles en su tierra cereal, el pastoreo excesivo sigue sin obstáculos. La población china de ganado vacuno, ovejas y cabras se ha triplicado entre 1950 y 2002. Estados Unidos, país con semejante capacidad pastoril, tiene 97 millones de ganado vacuna. China tiene 106 millones. Pero para las ovejas y las cabras, las figuras son 8 millones contra 298 millones. Concentrándose en las provincias norteñas y occidentales, las ovejas y las cabras están destruyendo la vegetación protectora del terreno. El viento es responsible para lo demás, quitando el suelo y convirtiendo el pasto productivo en desierto. (Véase los datos.)

El impacto de las polvaredas es tanto social como económico. Millones de chinos rurales podrían verse desarraigados en una migración forzada hacia el este, cuando la arena a la deriva cubre sus tierras. Los desiertos crecientes fuerzan a los aldeanos a dejar sus casas en las provincias de Gansu, Mongolia Interior, y Ningxia. Una avaluación del Banco del Desarrollo de Asia de la desertificación en la provincia Gansu relata que 4.000 aldeas están en peligro de hundirse bajo arenas a la deriva.

La Zona Polvorienta de los 1930 en Estados Unidos forzó unos 2,5 millones de "okies" y otros refugiados a dejar sus hogares en Oklahoma, Texas y Kansas para California. Pero la zona polvorienta que ahora se forma en China es mucho más grande, y durante los 1930 la población de Estados Unidos fue nomás 150 millones-comparado con 1,3 mil millones en China hoy. Donde la migración estadounidense se midió por millones, la de China podría llegar a medirse por decenas de millones. Como notó un informe de la embajada de Estados Unidos, titulado "Las uvas de la ira en Mongolia Interior", "desafortunadamente, los 'Okies' del siglo XXI chino no tienen ninguna California en la que podrán refugiarse-por lo menos dentro de China."

Sembrar tierra margenal de cultivo con árboles ayuda corregir unos de los errores del cultivo excesivo, pero no trata el asunto del pastoreo excesivo. Arrestando la desertificación podría depender más de la hierba que de los árboles-tanto de permitir que las hierbas que persisten se recobren como de sembrar hierba nueva en zonas desnudadas. Beijing está tratando de arrestar la expansión de los desiertos con subvenciones para pastoreros que reducen sus rebaños de ovejas y de cabras por un 40 por ciento, pero en comunidades donde la riqueza se mide no por ingreso sino por la cantidad de ganado poseído y donde la mayoría de las familias viven debajo del nivel que marca la pobreza oficial, tales reducciones son difíciles. Algunos gobiernos locales requieren que el ganado se alimente en casilla, con forraje coleccionado a mano, con la esperanza de que este encierro permitirá recobrarse las tierras de pasto.

China está tomando unos de los pasos correctos para frenar el desierto creciente, pero tiene mucho más que hacer para reducir la cantidad de ganado a un nivel sostenible. En este momento, no hay ningún plan activo, ni tampoco el diseño para tal plan, cuyo efect sería parar el avance de los desiertos.

El mundo entero tiene un interés en que China gane su guerra contra los desiertos crecientes, dada su posición económica clave. Pero ganar no será fácil. Qu Geping, Jefe del Comité de Recursos y del Medio Ambiente del Congreso Nacional del Pueblo, calcula que la remediación de la tierra, en las zonas donde sería técnicamente factible, costaría $28,3 mil millones. Para el avance de los desiertos exigirá un compromiso masivo de recursos financiero y humanos, compromiso que podría forzar el gobierno a tomar una decisión dura: o construír propuestos proyectos de desviación de agua desde el sur hacia el norte o luchar contra los desiertos crecientes que avanzan hacia el este y que podrían llegar a ocupar Beijing.

Publicación inicial (inglés): 5 agosto 2003
(http://www.earth-policy.org/Updates/Update26.htm)
Reproducido en traducción con permiso del Earth Policy Institute
Copyright © 2003 Earth Policy Institute
Traducción al castellano: Joseph Robertson

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